La floreciente industria del cannabis ha sido una gran luz verde parpadeante en términos de beneficios en múltiples sectores de nuestro tejido social. Diez estados de EE. UU. han legalizado el uso recreativo y ya 33 estados lo han hecho con fines médicos. Solo en Maryland, la marihuana medicinal ha alcanzado casi los 100 millones de dólares en ventas y el mercado norteamericano ha crecido hasta alcanzar los 16 000 millones de dólares, y se prevé que el mercado estadounidense alcance los 80 000 millones de dólares en el año 2030. Una gran parte de este crecimiento exponencial puede atribuirse a la diversidad del mercado del CBD, que no solo ha creado un mercado laboral explosivo, sino que también ha generado una enorme cantidad de residuos industriales.
¿Cuántos residuos? Bueno, nadie se ha tomado el tiempo de determinar esas cifras, pero algunas estimaciones sugieren que el año pasado hubo 1 millón de toneladas de lo que la industria denomina «sobras verdes» en Norteamérica. Dado que el cannabis todavía se considera una sustancia de la Lista 1, esto significa que estamos hablando de alrededor de 1 millón de toneladas de residuos peligrosos que deben desecharse enviándolos a vertederos, convirtiéndolos en abono o incinerándolos en recipientes. Lamentablemente, el más común de estos métodos es el vertido en vertederos, ya que es más económico y requiere menos tiempo y recursos que otros métodos.
Definir los residuos verdes puede dejarnos boquiabiertos, un poco. Los restos, como las flores, las ramas y las raíces, son ejemplos perennes, pero en realidad la definición es mucho más amplia, ya que incluye no solo los envases de productos relacionados con el cannabis, sino también los residuos de fabricación, como las aguas residuales y, caven o no, los sustratos de cultivo o la tierra. Un solo ciclo de cultivo destruye una cantidad asombrosa de material, como tallos y tallos, lo que hace que uno se pregunte si no hay alguna forma de reutilizarlo todo.
Algunos estudios plantean las posibilidades de transformar los residuos de los cultivos en biocombustibles, mientras que otros apuntan a posibles usos como insecticidas naturales y sostenibles. Además, hay otros productos útiles, como el «cemento de cáñamo», la madera contrachapada, el papel, el alpiste, etc. Un ejemplo comercializable es el de una empresa emergente llamada 9Fiber, que se especializa en fabricar materias primas a partir de residuos verdes que pueden incorporarse a varios productos diferentes. La que puede ser su característica más interesante es que 9Fiber puede transformar los residuos de la producción de cannabis y cáñamo, ya que no se trata únicamente de uno u otro, sino de una mezcla de fibras de desecho.
Sin embargo, los ambientalistas piensan que el mayor argumento de venta de 9Fiber es que su producción implica una transformación química ecológica que es tan peligrosa como el peróxido de hidrógeno utilizado en el proceso. La empresa también ha conseguido reducir el tiempo necesario para fabricar fibra de calidad textil de 16 días a solo 90 minutos, eliminando los metales pesados, los pesticidas y los herbicidas en los dos primeros.
La transformación del material perdido en la circulación no solo es una inversión industrial potencialmente rentable, sino que muchas empresas como 9Fiber creen que la industria del cannabis no sobrevivirá a menos que sus prácticas se basen en esos esfuerzos. Las señales son esperanzadoras, pero los desafíos persisten. Cada estado con un mercado legal tiene el suyo propio, y nadie sabe realmente cuántos residuos de marihuana y cáñamo existen realmente. Esto significa que muchos cultivadores reciclan sus propios residuos, en particular las aguas residuales y la tierra, por lo que son extremadamente cautelosos a la hora de buscar proveedores externos que intervengan y sugieran alternativas viables y sostenibles. Sin embargo, ahora hay algunas empresas que han encontrado socios que pueden convertir sus residuos en productos comercializables, creando así su propia fuente de ingresos. La creación de redes industriales ha ayudado a despertar el interés, pero los costos de estos cambios importantes siguen frenando el progreso. Puede que haya formas de monetizar los residuos, pero la basura sigue siendo basura, por lo que la venta se sigue haciendo al precio de la basura.
Graver vigilará la industria de los residuos de cannabis y seguirá proporcionando productos e información de alta calidad sobre la filtración para la producción de aceite de CBD, así como para una amplia gama de aplicaciones de procesamiento de líquidos.
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